Resulta alarmante el número de casos de niños en edades
tempranas que en los últimos años están desarrollando en nuestro país cuadros
de ansiedad, depresión, trastornos alimentarios...u otras enfermedades que no
han sido habituales en ellos a lo largo de las décadas, e incluso siglos
anteriores.
Si bien es cierto que este tipo de patologías tienen
diversas causas que se pueden encontrar dentro de la familia o la propia
sociedad, hay un factor causal importante que se circunscribe a lo que
conocemos como inteligencia intrapersonal.
La inteligencia intrapersonal no es más que la capacidad que
posee una persona para conocerse a sí mismo. Se piensa que fruto de ese
conocimiento de emociones, habilidades y limitaciones, se genera un autocontrol
de las emociones y una mayor facilidad a la hora de expresarse con los demás.
Al leer la definición de inteligencia intrapersonal
inevitablemente pensamos en la inteligencia emocional, y es que ambas están
estrechamente relacionadas e incluso son coincidentes en parte de su
significado. Mientras que la inteligencia intrapersonal hace una referencia al
conocimiento global de la persona, la inteligencia emocional se centra más en
el conocimiento de las emociones.
La ausencia de inteligencia intrapersonal genera situaciones
de frustración, ansiedad, malestar, angustia, tristeza...y es que, si una
persona no se conoce a sí misma, no será capaz de saber lo que le está
ocurriendo y por tanto, no podrá ponerle remedio; lo que casi inevitablemente
le llevará a una situación de frustración que no sabrá superar con éxito.
Quizás el ritmo de vida que en los últimos años se ha
instalado en el mundo Occidental hace aún más complicado encontrar tiempos de
reflexión sobre uno mismo para generar bienestar individual.
Fruto de esto surgió hace algunos años la corriente
denominada Slow Life que hacía un llamamiento a desacelerar nuestros ritmos de
vida para disfrutar más del presente y sobre la que algunos autores como Carl
Honore han escrito libros como “Elogio de la lentitud”.
Quizás una filosofía más “Slow” traiga consigo una
liberación de tiempo para dedicar al autoconocimiento, quizás nos tengamos que
plantear a qué queremos dar prioridad cuando educamos a nuestros alumnos y qué
tipo de herramientas queremos poner a su disposición para que vivan el resto de
su vida.
El hecho de que los alumnos conozcan la existencia de la
inteligencia intrapersonal, ya está poniendo a su disposición un recurso de
generación interna que les facilita afrontar su realidad con más herramientas.
Desde luego, al igual que en
el resto de inteligencias, hay personas que de forma innata poseen una gran
inteligencia intrapersonal; sin embargo, en los caso en los que no es así,
todos somos capaces de aprender y desarrollar nuestra inteligencia intrapersonal
y como profesores, tenemos incluso la obligación de marcarles el camino.